Yo digo

En un mundo donde todos alzan la voz para gritar al viento sus verdades, yo comento suavemente qué opino de la Humanidad. (Todos los links de este blog abren en una ventana nueva)

lunes, junio 19, 2006

Crónica de una caída anunciada

Dentro de lo posible, recurriré a la brevedad.
Como ya dije, mi familia arregló para que una prima segunda venga a vivir a casa y cuidar a la abuela. Esta prima en cuestión tenía en ese momento (principios de 2005) alrededor de 19 años. Siguiendo mi habitual costumbre de ser introvertido/tímido/cerrado en mí mismo, no dialogué mucho con ella, creo que pasaron varios días hasta que pude tener una mínima confianza para intercambiar unas pocas palabras. Pero con el paso del tiempo fuimos ganando más confianza mutua, y de mi parte, todo desembocó en lo que no debía: me sentí atraído por ella.
Acá tengo que hacer un necesario paréntesis para
aclarar un par de cosas: 1) en mi familia somos cuatro hermanos, yo soy el menor y con el que me sigue en edad (hacía arriba) siempre fuimos muy compañeros, siempre él fue el guía en todas nuestras actividades, yo lo he visto como un líder en mi vida. 2) de forma misteriosa, parece que las mujeres lo encuentran atractivo. A mí me resulta imposible confirmarlo, no por envidia ni nada de eso: simplemente es mi hermano, nunca lo analicé de otra forma. Por el contrario, siempre me consideré falto de atractivo físico (aunque no intelectual, pero... ¿a quién le importa eso hoy en día?) Así, las pocas mujeres que conocimos en común siempre se terminaron decantando de manera natural por él, ya que era mayor (que yo al menos) y más atractivo.

De ese modo, resultó natural que, a pocos meses de vivir en casa, mi (nuestra) prima cayera rendida por los encantos de mi hermano. Pequeño detalle: yo, que siempre vivo en la luna, no me había avispado de esa relación.
En pocas semanas fue creciendo mi interés por ella, aunque mi timidez me impedía declarar nada que no fuera una gran amistad. De hecho ella en todo momento me vió como un amigo en el que podía confiar mucho. Me contaba todos sus problemas y cuestiones, incluso sentimentales...
En fin, para ir poniendo fin a este relato inconexo, llegó un momento en que estallé: tomé súbita conciencia de que yo estaba enamorado de ella (enamorado en el sentido amplio de la palabra) pero que nunca podría decírselo porque ella no sentía lo mismo por mí, y además, comencé a tener una ligera sospecha (siempre dormido yo) de que ella podría estar teniendo una relación con mi hermano. Fueron días muy desdichados para mí: lloraba cuando estaba solo, no sabía a quién recurrir, nada tenía sentido... En los momento en que se iba acrecentando mi convicción de que entre mi hermano y ella había algo llegué a considerar la posibilidad de recurrir al suicidio... Un día, como en una intervención divina, me llama un amigo muy cercano. Aunque intenté conversar normalmente con él, yo estaba destruído y comencé a llorar al teléfono. El me ofreció que nos reuniéramos inmediatamente por si podía ayudarme en algo, y allí, en la soledad de un sitio apartado de la ciudad, pude desahogarme y contarle todo mi tormento.
Su intervención fue decisiva y debo estarle inmensamente agradecido por los consejos que me dio. En concreto, que esa chica no era para mí, que no era de confiar en cuanto a una relación amorosa (incluso vaticinó que la relación con mi hermano no iba a durar, cosa que así ocurrió), que el amor era algo mucho más profundo y complejo que esas sensaciones que yo tenía, que algunas personas, por más que lo deseen, no estan hechas para vivir en pareja (lo dijo en relación a mí, y supongo que tiene razón...), etc... Además mi amigo me sugirió que consultara a un profesional (psiquiatra o psicólogo) porque me veía muy alterado y necesitaba una urgente redirección de mis emociones.
El resto es todo mejoría. Me desentendí de esa relación, "perdoné" a mi hermano (aunque me costó bastante tiempo...), me dediqué con ahínco al trabajo y a disfrutar los placeres de la vida que siempre me atrajeron: lectura, música, películas.
Y esa es mi personal caída al infierno. Soy muy consciente de que no es ni por asomo lo peor que le puede pasar a una persona, pero fue la crisis más fuerte que sufrí en mi vida. Creo que me fortaleció e hizo cambiar la perspectiva en muchas cosas.